
Amir Valle: «Lamento ser pesimista: la dictadura es experta en resistencia y en ganar tiempo»
- Cuba
- junio 23, 2025
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El autor se muestra «pesimista» por el derrotero de las protestas estudiantiles que recientemente tuvieron lugar en la Isla.
MIAMI, Estados Unidos. – El reconocido escritor cubano Amir Valle, autor, según la crítica, de “el mayor bestseller underground no publicado en la historia de las letras cubanas”, Habana Babilonia: o prostitutas en Cuba, se muestra “pesimista” por el derrotero de las protestas estudiantiles que recientemente tuvieron lugar en la Isla por el alto costo de internet y, en una entrevista en Miami con el portal Sin reservas, querido Bob, recordó la famosa reunión de los estudiantes de Periodismo con Fidel Castro en 1987, en la que los jóvenes arrinconaron por primera vez y cara a cara al dictador.
Me deja cierta lejanísima ilusión porque muchos de los cambios radicales en países de Europa del Este, la Europa que estuvo bajo la bota soviética hasta la caída del campo socialista en 1989, empezó precisamente por la rebeldía de los estudiantes en las universidades. Pero lamento ser pesimista, pues la dictadura es experta en resistencia, en ganar tiempo y en quitarle presión a la olla del descontento con métodos que se ajustan a cada circunstancia explosiva”, dice sobre las actuales protestas de universitarios en la Isla.
“Memorias impúdicas de un tatuador enloquecido”, su nueva novela
Valle (Cuba, 1967), presentará en Miami por primera vez su nueva novela, Mi nombre es polvo, considerada por su editor, el escritor y periodista alemán Peter Faecke, “una obra mayor (…) que muestra la absoluta e indiscutible madurez literaria de este escritor fundamental en las letras cubanas”.
Mi nombre es polvo explora “cuánto de demonio escondemos bajo la piel de ángel con la que nos vestimos cada día”, añade su editor.
Según Faecke, a quien Valle pone por delante a la hora de describir la novela, se trata de las “memorias impúdicas de un tatuador enloquecido por sus delirios de grandeza, sus traumas familiares y sus sueños de alcanzar la posteridad”.
Estos ingredientes “son el pretexto para lanzarnos a la cara cuánta miseria humana se esconde en los entresijos de la sociedad actual”.
Ante la pregunta de por qué se aleja con esta obra de la temática cubana, algo que ha hecho otras veces ―y, producto del encasillamiento, es algo que se suele olvidar―, Valle señaló que le apetecía meterse “en un juego literario idiomático de texturas y connotaciones que solo he transitado en algún que otro de mis cuentos”.
“Agradezco muchísimo que [Faecke] haya dicho eso de ‘obra mayor’, porque pasé casi siete años escribiendo esta novela: no es una obra de tema cubano, y al no ser de ese tema, sentía que estaba incursionando en un terreno minado, tenía la sensación de ser un voyeur que se colaba en una intimidad novelada que no le estaba permitida, y puse el punto final a la novela con una rara sensación de inseguridad, aunque sabiendo, eso sí, que había escrito algo diferente a lo que los críticos definen como ‘el universo narrativo de Amir Valle’”, puntualiza.
Proveniente de su exilio en Alemania, donde lleva dos décadas y donde se vio obligado a aprender una lengua tan diferente al español, Valle aterrizó ahora en Miami, pero el móvil no era presentar aquí su nueva novela ―eso surgió después―, sino el nacimiento este mes de su primer nieto, es decir, venía “en plan abuelo”.
Mi nombre es polvo se presentó el pasado sábado en Cuba Ocho-Museum & Performing Art Center, precisamente en la famosa Calle Ocho de Miami, que tanto define al exilio cubano.
“No venía desde 2019, cuando durante el Festival Vista recogí el Premio de Ensayo ‘Carlos Alberto Montaner’ por mi libro La estrategia del verdugo, sobre la censura cultural en Cuba”, aclara Valle y le echa “la culpa” a sus amigos de que, estando ahora en Miami, todo coincida para la primera presentación de su más reciente novela.
“Agradezco desde ya que dos colegas a los que me unen muchos años de hermandad personal y literaria, los escritores José M. Fernández Pequeño y Sindo Pacheco, hagan las palabras de presentación”, apunta, y añade:
“Casualmente su propuesta llegó cuando mi editor alemán me anunció la publicación de la edición en español de Mi nombre es polvo y gracias a los amigos acá se abrieron las puertas de Cuba Ocho”.
Sobre el volumen, el periodista y crítico cubano Manuel Vázquez Portal reseña: “Esta novela, dicho en buen cubano, es tronco de novela (…). No hay lugares ni épocas. Es toda la temporalidad en instantes de la actualidad”.
Experto en “jineterología”
Sobre Habana Babilonia: o prostitutas en Cuba, la primera investigación periodística de un tema que el oficialismo siempre quiso tapar, Valle recuerda con humor que la crítica mayoritariamente lo ha considerado “una especie de periodista experto en jineterología”, en alusión al término “jinetera(o)”, como se le conoce en Cuba a quienes ejercen la prostitución.
“Es el libro que más odio y que más amo. El libro que, al convertirse según dicen los críticos en ‘el mayor bestseller underground no publicado en la historia de las letras cubanas’, me hizo pasar de ser un autor solo reconocido en el medio cultural a ser uno de los autores más leídos en Cuba, incluso hoy cuando ya llevo 20 años viviendo mi destierro en Alemania”, desgrana haciendo una retrospectiva de su vida.
“Fue el libro que me enfrentó directamente con ese señor que duerme el sueño eterno dentro de una piedra allá en Santiago, luego de destruir nuestra nación con sus delirios de emperador, cuando le dijo a sus comisarios culturales que había que ‘invisibilizarme’ (fueron esas sus palabras según me contó después Julio García Luis, entonces presidente de la Unión de Periodistas de Cuba)”.
“Y fue justo el libro que terminó de decidir a las autoridades culturales de la Isla para asumir la idea de que yo, como papa podrida, era mejor que estuviera en el destierro para que no pudriera a las otras papas en ese saco tan bien cerradito que tiene el gobierno allá en Cuba. Es mi libro más traducido y el libro por el cual otros de mis libros entraron a formar parte de los planes de estudio de las más importantes universidades del mundo”, puntualiza.
Valle, quien actualmente trabaja en Berlín, Alemania, como periodista (analista político y presentador de TV) en la Agencia Internacional Deutsche Welle, División América Latina y España, no quiere que le llamen “exiliado”, sino “desterrado”.
“Soy un desterrado, pues nunca me exilié, ni pensé que terminaría viviendo fuera de la Isla, aunque ya se me considerara una oveja muy muy pero muy negra. Buena parte de mis colegas escritores huían despavoridos, mientras mi nombre era borrado incluso de las reediciones de antologías donde se me había incluido antes de sufrir esa singular metamorfosis de mariposa a gusano endémica en el sistema de clasificación de docilidad de la política ‘revolucionaria’ cubana”, comenta este escritor, quien entrecomilla muy claramente el término “revolucionaria”.
Valle descubrió en el destierro “cuánto nos engañaron nuestros maestros literarios en Cuba”, en el sentido de que, si un escritor se va de su país, “se muere” porque pierde sus raíces.
Con los años aprendió el alemán, “una lengua riquísima en sonoridades, connotaciones expresivas del humanismo y espectro semántico (no por gusto surgió allí esa maravilla que es la amplísima filosofía alemana)”, acotó.
“Es curioso cómo meterse así de cabeza en un idioma de una cultura tan distinta te permite comprender mejor y manejar con más pericia las herramientas que ofrece el idioma materno. Los críticos aseguran que, en términos estilísticos y lingüísticos, hay un antes y un después de conocer el idioma alemán en Amir Valle. Creo que Mi nombre es polvo, esta novela que se presenta acá en Miami, puede ser una muestra de esa tesis, si es cierta, claro”.
Una rebelión aplastada
Al final de la entrevista estamos de vuelta a la reunión de los estudiantes de Periodismo con Castro, en la que Valle participó.
Aquel encuentro de 1987 en la Plaza de la Revolución no fue transmitido por los medios pero fue clave a la hora de decir que alguna vez el dictador fue arrinconado por los estudiantes, quienes ya veían caer el Muro de Berlín, el campo socialista en su totalidad, como luego sucedió, y que esto podía poner fin a largos años de totalitarismo en la Isla que nada tenía que ver con la Europa del Este.
En esa reunión moderada por el difunto Carlos Aldana, denominado el “idéologo del Partido Comunista de Cuba”, a Castro le cuestionaron la guerra de Angola y su culto a la personalidad en la prensa, entre otros temas.
Valle recuerda el desenlace, que no era el esperado: “Aquella fue nuestra rebelión y, como sabes, fue aplastada comprando a buena parte de los protagonistas y amedrentando al resto de los participantes”.
“En verdad, no tuvimos una salida, pues estábamos solos y casi nadie se enteró de lo que hicimos esa noche. Luego, como también sabemos los cubanos, han venido otras rebeliones, estas sí más conocidas porque ahora internet así lo facilita, pero igual todas han sido aplastadas mediante la represión, el encarcelamiento y otros modos sutiles o descarados de sofocar a los sectores rebeldes de la oposición o la población descontenta. La dictadura es experta en esos métodos, los aprendió de sus maestros de la Stasi alemana y los han perfeccionado de un modo realmente maquiavélico”.
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