Régimen reconoce deudas con Rusia y promete pagarlas «cuando se creen las condiciones»

MIAMI, Estados Unidos. — El Gobierno cubano admitió este miércoles la existencia de deudas con empresas rusas y aseguró su intención de saldarlas en el futuro, “cuando se creen las condiciones necesarias”. Así lo declaró el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Oscar Pérez-Oliva Fraga, durante el diálogo empresarial Rusia-Cuba celebrado en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF-2025), según reportó la agencia estatal rusa RIA Novosti.

“Cuba confirma la existencia de pasivos con empresas rusas y declara su disposición a cumplir sus compromisos financieros”, afirmó el ministro cubano. Sin embargo, advirtió que para hacerlo se requiere “fortalecer la economía nacional y garantizar los recursos necesarios”, lo que supedita el cumplimiento de las obligaciones a la recuperación económica futura del país.

Pérez-Oliva precisó que el Estado cubano aspira a incrementar su capacidad de pago a través del desarrollo de exportaciones no tradicionales y la sustitución de importaciones, dos áreas donde espera contar con tecnología rusa. Según explicó, se trataría de un “reordenamiento productivo” con el objetivo de generar divisas propias para responder a sus compromisos contractuales.

El encuentro empresarial formó parte del programa oficial del SPIEF-2025, uno de los principales espacios diplomáticos y comerciales impulsados por el Kremlin para promover su influencia en América Latina. En él participaron representantes de instituciones estatales y del empresariado de ambas naciones, en un ambiente de reafirmación de la llamada “alianza estratégica” entre La Habana y Moscú.

Las declaraciones del ministro cubano se producen un mes después de que el viceprimer ministro ruso Dmitri Chernishenko anunciara inversiones por más de 1.000 millones de dólares en Cuba, dirigidas a sectores como energía eléctrica, agricultura y alumbrado público. Esas inversiones, según reportes oficiales cubanos, forman parte del denominado Plan 2030, firmado en 2023.

“Cuba es un socio confiable, que tiene capacidad de pagar por los créditos estatales y proyectos contraídos en los últimos años”, sostuvo Chernishenko durante su visita a La Habana en mayo. No obstante, esa afirmación contrasta con la realidad económica que atraviesa la Isla, donde la inflación descontrolada y la escasez generalizada han deteriorado drásticamente el nivel de vida de la población.

A pesar del reconocimiento oficial, el Gobierno cubano no ha divulgado el monto total de las deudas pendientes con entidades rusas, ni las condiciones bajo las cuales fueron contraídas. Tampoco ha ofrecido precisiones sobre el calendario de pagos, los intereses aplicados ni los mecanismos institucionales que supervisarán su cumplimiento.

El acuerdo financiero con Rusia se inscribe en un contexto de profunda asfixia económica para el régimen de La Habana, que ha buscado alianzas con gobiernos autoritarios como los de Irán, China y Rusia para obtener respaldo político y recursos financieros a cambio de alineamiento internacional.

En el plano diplomático, el Gobierno cubano ha evitado condenar la invasión rusa a Ucrania en votaciones clave de Naciones Unidas, lo que ha sido interpretado como una muestra de lealtad hacia Moscú. A cambio, el Kremlin ha intensificado su presencia en la Isla, subsidiando créditos, promoviendo inversiones estratégicas y ampliando su influencia tecnológica y logística, en especial en zonas de alto valor geopolítico.

Esta dinámica ha sido objeto de críticas por parte de analistas y medios independientes, que advierten sobre los riesgos de una subordinación estructural del régimen cubano a intereses foráneos. Como ya ha ocurrido en otras ocasiones, los compromisos financieros se asumen sin debate público ni control ciudadano, y la deuda se convierte en una carga futura para generaciones que no participan en su negociación.