
¿Quién será el próximo «puesto a dedo»?
- Cuba
- mayo 22, 2025
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LA HABANA, Cuba. – Puede ocurrir que ya para abril de 2028 no exista el Partido Comunista, o que al menos esté fuera de la escena política debido a una implosión interna —que cada día se torna más posible—, o por un estallido social, que tampoco debiera ser descartado solo porque el último desfile del Primero de Mayo si algo demostró fue que los mecanismos de represión aún continúan siendo efectivos. No obstante, si todo transcurriera sin contratiempos, de acuerdo con el guion, para esa fecha alguien será designado para sustituir en el puesto a Miguel Díaz-Canel, tal como lo estipula la Constitución.
¿Que los arquitectos de la “Continuidad” pudieran modificarla ya sea para perpetuar por cinco o diez años más al actual administrador de la finca o ya para promover a Roberto Morales Ojeda (que para esa fecha, según lo establecido en la misma Constitución, no sería “elegible” por tener más de 60 años)? También es posible, pero sucede que tuvieron tiempo para pensar en ese detalle cuando la redactaron, discutieron y aprobaron finalmente en 2019, sabiendo perfectamente que ni Morales Ojeda, ni Manuel Marrero Cruz, ni Inés María Chapman Wao, Gerardo Hernández Nordelo, Jorge Luis Tapia Fonseca, Liván Izquierdo, más un puñado más de “cuadros” potenciales tendrían la edad exigida por la Carta Magna (no menos de 35 y no más de 60).
Como tampoco en aquel momento (abril de 2019) se preveía la salida abrupta de un “presidenciable” (para nada descartable en su momento) como Jorge Luis Perdomo Di-Lella, y ya vimos cómo fue su final, así como fueron los últimos “días de buena vida” para Roberto Robaina, Carlos Lage Dávila y Felipe Pérez Roque que, en alguna época, fueron los favoritos de Fidel Castro, aunque no los de su hermano, que no solo fabricó meticulosamente la caída de todo el “equipo de apoyo del Comandante” sino que comenzó con ello el proceso de entronizar al general Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, en aquel entonces en camino a transformarse en verdadero dueño y señor de la economía cubana desde su posición en GAESA y, más importante, en la familia Castro.
Pero las cosas no le salieron a Raúl como lo planificara y la muerte repentina del padre de sus nietos favoritos ha vuelto más incierta la situación, al punto de que, una vez más, así como se decantaron por Díaz-Canel al no tener dónde escoger, deberán echar mano a lo que aparezca entre el empobrecido manojo de obedientes que están nominados al puesto, entre ellos, y con grandes posibilidades: Beatriz Johnson Urrutia, Joel Queipo Ruiz y Susely Morfa, aunque también habría que observar la evolución de Oscar Pérez-Oliva Fraga, pero sobre todo teniendo en cuenta la “potencialidad”, en tanto es el único miembro de la familia Castro desempeñándose en un alto cargo público, precisamente posterior al fallecimiento de López-Calleja, y así como este, vinculado con la inversión extranjera.
Si respetaran la Constitución redactada por ellos mismos, entonces los anteriormente mencionados resultarían como las opciones más probables, más cuando queda muy poco tiempo para que en el panorama político del régimen, tan estrictamente controlado, aparezca un candidato “sorpresa”, aunque tal como van las cosas con las “improvisaciones”, la promoción “estratégica” del reparto y los reparteros, la corrupción institucionalizada y la desfachatez no sorprendería que en alguna apurada legislatura de la Asamblea Nacional alguien nomine al Sandro Castro o a El Micha, que en realidad son la más fiel representación de la “Continuidad” y del “hombre nuevo”.
Pero, volviendo al análisis por la línea del apego a la Constitución, las opciones son tan pocas que no es difícil intuir la desesperación que comienza a invadirlos, más cuando igual son escasas las probabilidades de que Raúl Castro —que aún conserva el poder de la primera y última palabras no solo en cuanto a “elecciones” y designaciones— llegue con vida a abril de 2028, al igual que “históricos” con poder real como José Ramón Machado Ventura y Ramiro Valdés Menéndez.
Raúl Castro sin dudas ha previsto la realidad de su fallecimiento, así como la depauperación de su “reserva de cuadros” (ya de por sí depauperada desde mucho antes de la designación de Díaz-Canel) y terminará descartándose por las únicas dos opciones que tiene hoy mismo en sus manos: o se decide por Beatriz Johnson Urrutia y Joel Queipo Ruiz (para los cargos de presidente y primer vicepresidente, colocando entonces a Oscar Pérez-Oliva Fraga como primer ministro), o perpetúa en el cargo a Miguel Díaz-Canel por otros 10 años, lo que a algunos al interior del régimen les parece más acertado, en caso de que la dictadura logre mantenerse tal cual para 2028.
La propia Constitución prevé esa prolongación del mandato, lo que es mucho más realista que una modificación del artículo donde se habla de las edades, en tanto no está prevista la obligación de llevar ese detalle a referendo, aunque sí el asunto de la prórroga en el cargo. El artículo 228 de la Carta Magna deja en claro que para extender el período como presidente de la República apenas se necesita la ratificación por el voto favorable de la mayoría de los electores, mientras sobre el asunto de la edad no se establecen procedimientos para variarlo de modo tan explícito, a no ser que en las próximas legislaturas de la Asamblea Nacional se introduzcan, con lo cual aumentarían las posibilidad para Roberto Morales Ojeda.
Tengamos en cuenta que este último sustituyó en el cargo a José Ramón Machado Ventura, un personaje importante en la nomenclatura de los Castro, pero que siempre fue consciente de su carácter “no presidenciable”. Por tanto, el papel heredado por Morales Ojeda, igualmente le llegó con la misma condición que a su predecesor y, a diferencia de los demás candidatos, no lo hemos visto “foguearse” como primer secretario del PCC en algunas de las provincias calientes (Villa Clara, Holguín, Santiago de Cuba, La Habana) en donde “se prueba el desempeño” de los potenciales “designados”, de acuerdo con las dinámicas de las “políticas de cuadro” del propio Partido Comunista. Esto del “fogueo en provincias” es un detalle que pudiera servir para descartar (e igual incluir) a otros mencionados aquí, aunque es válido tener en cuenta el detalle de la desesperación, de la cuenta regresiva que ha comenzado para el régimen una vez que Raúl Castro está a punto de salir de la escena definitivamente en cualquier momento, y esa será la oportunidad de lucir que muchos al interior de la dictadura están esperando con ansias locas, lo cual puede anular en una fracción de segundo todas nuestras especulaciones y análisis por muy profundos que pretendan ser, a fin de cuentas la dictadura cubana si es consecuente en algo es con las improvisaciones.
Siguiendo las líneas del “fogueo” junto con la del desespero, y suponiendo que no se convoque al referendo de prórroga que prevé el artículo 228 de la Constitución, aunque parezca una broma, Beatriz Johnson Urrutia estaría acumulando las papeletas suficientes para sustituir a Miguel Díaz-Canel. Y ya no solo por su currículum personal sino por su ciega obediencia, por su falta de “iniciativas”, por las incontables veces que le han salvado la vida —a pesar de haber cometido errores (y horrores) que, curiosamente, no les fueron perdonados a otros en cargos similares al de ella—; por ser mujer y negra —algo que usaría el régimen para “llamar la atención” mediática—; y, no menos importante, por tener el apoyo incondicional de su gran amigo Esteban Lazo, presidente de la Asamblea Nacional y el Consejo de Estado, a quien hemos visto incluso vacacionar junto a ella, en “familia” (esa foto que ha circulado en redes sociales en los últimos días por supuesto que no se filtró de manera casual).
También, sobre la base de los mismos argumentos, habría que pensar en “cuadros” con edad y “fogueo”, en la línea opaca de una Susely Morfa, aunque los últimos movimientos que esta ha experimentado como “cuadro”, sugieren que se alista para algún “cargo importante”, aunque igual como una segundona más en el Consejo de Estado, como también pudiera ser similar la suerte de la Johnson Urrutia (sobre todo por lo de mujer y negra, en sustitución de Inés María Chapman, o del propio Esteban Lazo), y de Joel Queipo Ruiz, una vez que Miguel Díaz-Canel sea “redesignado” o, mejor dicho, “confirmado” para una segunda vuelta.
Las señales de que esta sería la opción por la que se decantaría Raúl Castro son cada vez más fuertes, comenzando con el creciente culto a la personalidad de Díaz-Canel que se advierte en la propaganda más reciente del Partido Comunista, donde han pretendido fabricarle un carisma que no tiene, un talento que no posee y un liderazgo entre los jóvenes que es más fantasía del aparato ideológico que realidad; a lo que habría que agregar que para abril de 2028 Donald Trump y Marco Rubio aún pudieran estar en la Casa Blanca y, en consecuencia, del lado de acá no harán un “movimiento de cuadros” tan radical, a no ser que sea requerido en alguna “mesa de negociación”. Pero nada indica que la cosa vaya por ahí. Pero sí que a Miguel Díaz-Canel no lo dejarán salir de la Plaza de la Revolución hasta tanto en Washington haya un cambio favorable al régimen, aunque sea mínimo, lo cual estaría a tono con el discurso típico del castrismo de “no quitar los pies del estribo”, porque sería señal de rendición o de “blandenguería” frente al “enemigo”.
Por otra parte, lo que ha invertido el verdadero poder en construir ese “objeto de distracción” que es el actual “puesto a dedo”, lo que les ha costado proyectar al mundo la falsa idea de que Cuba ha cambiado y es dirigida por una ridícula pareja que viaja con bolsos de marca y relojes caros no lo van a volver a gastar en construir un nuevo personaje similar, no mientras el actual títere les continúe rindiendo tanto como ahora. Recordemos que si el Gobierno de Cuba fuese un avión, hoy estaría cayendo en picada, y en una situación así, de desastre inminente, a nadie con algo de cordura se le ocurría reemplazar al piloto en pleno vuelo, mucho menos cuando se trata de un artefacto dirigido a distancia, controlado desde un lugar seguro, y con una tripulación puesta ahí a sabiendas de que la muerte o el improbable milagro de la salvación serían sus únicos destinos.