“Me siento preso en mi propio país”: un marielito deportado a Cuba

“Me siento preso en mi propio país”: un marielito deportado a Cuba

  • Cuba
  • abril 24, 2025
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MADRID, España.- Cuatro décadas después de abandonar Cuba durante el éxodo del Mariel en 1980, un migrante repatriado en 2017 relata su dura experiencia de reinserción en la Isla. En declaraciones recientes a CubaNet, Armando Ramos expone la precariedad que enfrenta desde su retorno, en contraste con los años vividos en Estados Unidos, donde asegura haber contado con asistencia social, alimentación estable y atención médica.

“Yo salí por el Mariel. De la prisión, de la Cabaña, fui para El Mosquito —campamento donde concentraban a las personas antes de salir para el Mariel—. En El Mosquito me llamaron, me montaron en un camaronero y fui hasta Cayo Hueso. Fuimos 125 mil los que nos fuimos para allá”, recuerda sobre su salida del país. En Estados Unidos, pese a no haber regularizado su estatus migratorio, afirma que accedió a servicios básicos que le permitieron una vida digna.

Según cuenta, fue deportado por carecer de documentación legal y desde entonces enfrenta una realidad que define como extrema: “Ellos (las autoridades cubanas) me aceptaron, me dejaron entrar a Cuba, me llevaron al cuarto de mi hermano y me dijeron: ‘aquí está tu familia, lo demás lo tienes que resolver tú’”. Sin apoyo institucional, asegura haber solicitado ayuda al sistema de bienestar social, pero sin respuesta desde su llegada.

El testimonio de Ramos revela cómo la crisis económica actual en Cuba lo ha empujado a la indigencia: “Me alimento pidiendo en la calle. Tengo que pedir dinero para comer. Y eso me costó que me llevaran a un albergue. No me gustó porque eran condiciones inapropiadas. Era un albergue donde hay gente de toda clase, que viven en la calle. Y yo no estoy acostumbrado a eso”.

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Afirma que padece de varias enfermedades, entre ellas una afección cardíaca, hernia inguinal y linfangitis, lo cual limita su movilidad. Aun así, no recibe atención médica adecuada y denuncia el deterioro del sistema de salud: “Usted vio al primo mío. Fue al hospital a chequearse porque tiene un problema en una pierna y no hay médico”.

Las dificultades económicas que describe son severas. Con apenas 200 pesos en el bolsillo, detalla los precios actuales de alimentos básicos como una bolsa de pan (400 CUP), una pizza (300 CUP) o unos espaguetis (350 CUP).

Su anhelo ahora es poder regresar al país donde vivió casi 40 años: “Me gustaría regresar a Estados Unidos y continuar lo que se quedó paralizado. Porque la vida es mejor. Las condiciones son mejores. Y ya con la edad que tengo, estaría más tranquilo”.

Mientras tanto, afirma sentirse atrapado: “Aquí en Cuba me siento como si estuviera preso en mi propio país”.

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